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La boda y el hijo

Boaz fue a sentarse a la puerta de la ciudad y cuando pasó el rescatador del que antes había hablado, lo llamó:

— Oye, paisano, acércate y siéntate aquí.

Él se acercó y se sentó. Luego convocó a diez ancianos de la ciudad y les dijo:

— Sentaos aquí.

Y ellos se sentaron.

Entonces Boaz dijo al rescatador:

— Noemí, que ha vuelto de las tierras de Moab, vende la parcela de tierra que pertenecía a nuestro pariente Elimélec.

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